AMLO y la singularidad feminista

Me parece curioso que escribí esa síntesis del escrito de Spandrell el 9 de marzo, muy cercano a la confrontación entre López Obrador y el feminismo mexicano.

El feminismo ha logrado mucho en los últimos años: hay mucho dinero fluyendo, pero lo más importante es que tiene poder.

Por la parte del dinero, logró la paridad, la construcción de órganos de género, diversidad e inclusión, y que sea común la contratación de cursos sobre estos temas. Esto es dinero real, que permite que el movimiento subsista y que las ideas se propaguen.

Por la parte del poder, el feminismo en México puede organizar cacerías de brujas (¿de machos?) y de desatar una tormenta sobre cualquier persona con consecuencias reales sobre su libertad, patrimonio y privacidad.

Si bien considero que sus perspectivas, demandas y base teórica son totalmente equivocadas, no las desprecio, puesto que considero que son una fuerza formidable de la política del siglo XXI.

Todos los gobiernos se doblegan ante el poder del feminismo, amplificado por los medios y apoyado por la opinión pública. En los últimos cinco años, si sale a la luz pública un comentario misógino, un encuentro sexual del que una de las partes se arrepiente o sencillamente “no estar haciendo lo suficiente por la igualdad”, el feminismo organizado ha logrado tumbar a todo tipo de personas en el sector público y privado.

Hasta aquí, puedo hablar de ellas con admiración, puesto que es un logro que ya quisieran tener otras fuerzas políticas. (Por ejemplo, los liberales, los ambientalistas, la derecha tradicionalista, etc.)

Sin embargo, justamente al hablar de singularidades de izquierda y espirales de señalización, es preocupante cuando el día a día de la política entre no feministas termina incluyendo un concurso de ver quién es más feminista que el otro. Todavía no llega a la singularidad, a la velocidad de escape, pero no creo que esté demasiado lejos.

Como se comentó en ese post, el feminismo rápidamente se ha convertido en una herramienta para protegerse a sí mismo (“nadie es más feminista que yo”), joder a los enemigos con acusaciones de misoginia y machismo, y medir la lealtad (“necesitamos a una mujer en el puesto, tendrás que esperar”). La pregunta es si podría pasar de ser una herramienta a disposición del jiu jitsu político de la élite burocrática y política o si podría pasar a permear la vida diaria.

Personalmente, la he presenciado personalmente en el sector público como parte de ese juego, pero estos ejemplos me hacen creer que está cercano a salirse de control:

Las señales de un espiral de señalización salido de control, de la singularidad feminista, están ahí. Hasta que se toparon con AMLO.

AMLO encabezando la coalición de izquierdas diversas siempre tuvo una posición incómoda con el feminismo. Desde mi perspectiva, esto de debe más a un tema de clase que de principios. Las feministas con AMLO son feministas no cool (de glorias pasadas, de familias de intelectuales), mientras que las feministas contra AMLO son feministas cool, que están más interesadas en obtener puestos altos en el gobierno y los corporativos porque sus ideas son muy buenas. Obviamente, la austeridad del AMLO no le gusta nada a este segundo grupo. Cabe señalar que en medio están las loquitas y las lumpenfeministas, que a veces van para un lado y a veces van para otro.

Tarde o temprano iban a chocar y ya desde marzo de 2020 se sentía, pero llegó el covid y todos se olvidaron del tema. Sin embargo en 2021 todo estaba puesto para que el feminismo y AMLO midieran fuerzas.

Primer round: Salgado Macedonio, midiendo las fuerzas

La candidatura de Salgado Macedonio fue la primera prueba. Todos tenían miedo. Los medios pedían sangre. Las feministas por fin tenían al estado represor que es un macho violador. Todo estaba puesto para que la oposición a AMLO tuviera su primera victoria, porque “¿quién podría oponerse a la igualdad y los derechos de las mujeres?”.

Salgado Macedonio es un caso espectacular porque el tipo es medio indefendible pero también del otro lado, ya se raya en la ficción. No hay forma clara de determinar quién tiene la razón. Él mismo se califica de mujeriego, parrandero y juerguero.

Lean el artículo del NY Times, es maravilloso.

En 1998, cuando tenía 17 años, dijo que viajó con su novio a Acapulco, donde planeaban conocer a una estrella política en ascenso: Salgado.

Por aquel entonces, Salgado y el novio de Castañeda eran miembros del Partido de la Revolución Democrática. Cuando Castañeda se perdió en la ciudad, dijo que pidió a un taxista que la llevara a la casa de Salgado, donde esperaba encontrar a su novio.

Castañeda dijo que le sorprendió el esplendor en el que vivía Salgado. Dijo que Salgado la saludó y le dijo que su novio no estaba allí, pero que la ayudaría a volver a casa.

Entonces Salgado la obligó a tumbarse en un sofá, dijo, y la violó.

“Me atacó como si fuera animal”, dijo Castañeda en una entrevista. “Y entonces al terminar de hacer este proceso se levanta el pantalón y saca cien pesos y me los arroja a la cara”.

Nada hace sentido. ¡Es de 1998! Ella estaba perdida y decide ir a la casa del niño rico porque “tal vez estaba ahí su novio”. “La atacó como si fuera un animal” y se saca cien pesos y se los arroja a la cara. Es casi sacado de una mala película. No quisiera dudar de lo que dicen las mujeres, porque si lo dice una mujer es porque es verdadero, ¡pero de verdad que están estirando mucho la liga!

Sin embargo, está la otra acusación, la acusación que se filtró de la fiscalía a los medios.

De acuerdo con el documento, la mujer dijo que fue citada en la casa de Salgado en 2016, y que él le dio un refresco que sabía raro. Cuando se despertó, dijo que su ropa estaba mal puesta y que Salgado la miraba desde una posición superior.

“¿Ya te sientes mejor, chiquita?”, le preguntó, según los documentos.

Dijo que huyó, pero que Salgado la atrajo de nuevo a su casa tras enviarle fotos de ella desnuda e inconsciente, que amenazó con difundir en Internet a menos que se reuniera de nuevo con él. Cuando regresó, la atacó, dijo, violándola y golpeándola mientras ella luchaba por alejarse.

Cuando la mujer amenazó con acudir a la policía, Salgado se rio y dijo que era demasiado poderoso para que lo perjudicaran, según el expediente de investigación abierto por la fiscalía.

Bueno, pues aquí es donde realmente no sé. Suena a que sí, y si sí, entonces es muy malo. Puede que sí tengamos al poder defendiendo a un violador. Obviamente los medios están encantados con el tema, porque por primera vez es la libertad y la justicia contra el Estado mexicano.

La energía iba creciendo. Hubo protestas en Guerrero contra su candidatura, ¡en la que una feminista salió golpeada! (El estado represor es un macho violador) Y entonces AMLO, como todo mundo esperaba, inicialmente cedió y dejó que reiniciara el proceso de selección de candidato para ese estado.

Segundo round: las calles

Y entonces algo sucedió.

La candidatura de Salgado Macedonio procedió. Algo se rompió y todos estaban sorprendidos. Entonces las feministas se movilizaron para que el 8 de marzo de 2021 fuera igual de fuerte que el de 2020. Asimismo, el movimiento obtiene en el inter más cabezas como la de Roemer (que va en 16 acusaciones y subiendo) entre muchos otros.

Llega entonces el 8 de marzo 2021.

Se colocaron vallas de dos metros y se esperaban pintas y disturbios como los que hubo el año pasado. Las mujeres organizadas estaban muy enojadas contra la violencia institucionalizada y el estado represor iba a caer. Los medios mostraban las fotos de los contingentes y de los primeros momentos de la confrontación. La narrativa estaba ahí, y la oposición se estaba frotando las manos.

¿Qué pasó al final? La webcam del centro histórico en el Gran Hotel de México nos retrataba un Zócalo con apenas una fracción diminuta de ocupación (¿15%? No se podía ver siquiera).

Como un amigo muy apreciado me comentó, AMLO es droga pura para el id Mexicano. El mesías que prometían los libros de texto gratuito llegó en la forma de un viejito necio, con frases pegajosas y que disfruta los ríos de lágrimas de medios de comunicación, funcionarios públicos e intelectuales.

¿Qué va a suceder en las próximas semanas? Es posible que la candidatura de Salgado Macedonio continúe, que las feministas sigan teniendo en jaque al gobierno con este tema y que el costo político aumente para la coalición de izquierda en el poder.

Sin embargo, creo que ya sucedió lo impensable: la primera derrota del feminismo en la política mexicana. Esto es muy imporante, porque si un tren pierde inercia, le toma mucho tiempo recuperar la velocidad que llevaba.

Pero más trascendente aún, el feminismo podría dejar de ser un mecanismo de señalización de lealtad, una moneda (de varias) a través de la cual se transmite información en el sistema político. Está por verse.