Hasta éstas hemos llegado, CIDE

(Nota del autor: este texto es deliberadamente largo y sin semáforos para evitar la presencia de cierto tipo de lector. Ofrezco una disculpa al resto, trataré de hacer que el viaje sea lo más cómodo posible.)

Hoy sucedió lo inimaginable: los nerdos de mi querida alma máter, el CIDE, armaron una manifestación frente al CONACyT que incluyó académicos, alumnos y trabajadores para defender a la institución de la arbitraria injerencia del señor Romero, un interino impuesto por la Cuarta Transformación. Al ver sus caras, hallé profundamente divertido que los alumnos estaban realmente estaban extasiados por que por fin todo lo que les enseñaron existía. Libertad, ciencia, conocimiento y, del otro lado, opresión, ideología, oscurantismo.

Esta situación se desató porque ese interino pidió que se detuviera la evaluación de algunos profesores hasta que se amarrara definitivamente su posición. (Si quieren un buen chisme, busquen los nombres de los que iban a ser evaluados.) No obstante, la señora Andrews, secretaria académica, desafió esa arbitrariedad y valerosamente told truth to power.

Ese es el relato en los medios.

Veo con tristeza cómo mucha gente inteligente está cayendo en el falso dilema entre la 4T y el CIDE, que solo beneficia a esos dos bandos. AMLO y la 4T han logrado una victoria sin precedente gracias a la polarización (aunque nunca olvidemos que la primera piedra la lanzó Calderón). Sin embargo, también se nutre de esto la oposición en México, que son los empresarios, lo que queda del PAN, lo que queda del PRI y los medios. Es lamentable la forma en la que los medios manejan el tema y cómo todos se fueron como gorda en tobogán a la defensa del CIDE, sin dejar claro cuál era el problema de fondo. Ahora el CIDE es el frente de batalla en la sociedad mexicana, así como sucede con la reforma eléctrica, quién iba a ser el gobernador de Michoacán, etc.

Ahora los alumnos, profesores y administrativos se han lanzado a una orgía de participación ciudadana. Realmente lo están disfrutando: vean sus fotografías, desplegados y editoriales. Se consideran en una guerra cósmica en la que defienden la ciencia, la libertad y el conocimiento del imperio del mal de la 4T.

Sin embargo, como toda manifestación democrática y ciudadana, es pirata y débil. Unas cartulinas y obstruir una avenida ni de lejos significa un desafío al gobierno. Gobierno, que, por cierto, es el que firma los cheques. Las demostraciones de fuerza son o por número o por violencia, y al CIDE no le alcanza para ninguna de las dos. Solo queda el subterfugio y el manejo mediático, pero aún suponiendo que el tema subsiste, ¿cuál creen que va a ser el desenlace? Recordemos que al final se extinguieron fideicomisos, Morena se quedó con Michoacán y, batalla tras batalla, quien pierde es la oposición.

Por eso pregunto: ¿cómo es que llegamos a este punto?

Tomemos en cuenta que el CIDE efectivamente había sido el think tank del Estado Mexicano con Fox, Calderón y Peña Nieto. Con el primero, fluyó gran cantidad de dinero hacia proyectos de federalismo y la consolidación de la Nueva Administración Pública. Con el segundo, los temas de seguridad imperaron y no era poco común ver a agentes de la Policía Federal tomando cursos en las instalaciones. Con Peña Nieto, la situación fue totalmente crasa, el CIDE lo apoyó en su estrategia post Ayotzinapa y por su apoyo, los edificios crecieron como hongos en el campus. Supongo que la compensación de muchos administrativos vivió tal expansión.

No es que estuviera mal. Al revés, profesores, estudiantes y egresados vivimos una relevancia más allá de nuestra capacidad. Éramos solicitados para poder interpretar el pasado, presente y futuro, unos sacerdotes con cada vez mayor estatus. Contratar al CIDE o alguien del CIDE era garantía de conformidad con los más altos estándares (¿impuestos por quién? es una gran pregunta). El ITAM era Mordor y el CIDE Isengard.

Era un gran arreglo. Todos lo sabíamos. El CIDE, a diferencia de lo que dicen los ilusos, no era un vil mecanismo de ascenso social, o una educación pública de calidad con la que uno debería estar agradecido. No, era El Lugar para conseguir recomendaciones, acceder a un primer trabajo bien pagado en sector público o privado o irse a una escuela top en EUA. Y lo mejor de todo: barato, gratis o incluso con estipendio. Una biblioteca espectacular siempre vacía, seminarios con académicos extranjeros siempre vacíos con gran vino y grandes bocadillos. De verdad que eran tiempos muy buenos.

¿El precio? Estudiar duro, pasar las materias, no reprobar. Creo que muchos de la comunidad se echan demasiada crema en sus tacos, dado que realmente no era tan difícil. Yo aprendí demasiado tarde (ya para el octavo semestre) que solo basta con responder lo que los profesores quieren escuchar, no en tener un entendimiento real de la materia. Tal vez había otro precio que es un pedacito del alma propia cuando a uno se le ofrece el éxito y el dinero de manera tan fácil.

Se nos enseñó a creer que lo merecíamos por ser tan disciplinados y tan inteligentes, y creo que parte de esa soberbia está presente en muchas de las consignas de quienes se manifestaron el día de hoy.

La nostalgia y el ron nublan mi discurso. Prosigamos.

Es 2018. Llega el Peje. Y cuando el papel del supuesto think tank del Estado Mexicano era ponerse al servicio del nuevo monarca, el CIDE no respondió al llamado. Cuando se solicitó austeridad, el CIDE se defendió. Cuando el monarca envió un representante, el CIDE no lo recibió. El CIDE prefirió hacer un berrinche: rebelarse a pesar de que toda su existencia material depende del gobierno, a pesar de que todo su pasado reciente estaba basado en una estrecha relación con el gobierno.

Entonces el CIDE dejó claro que los sacerdotes no obedecen al Rey, sino a Roma. Esa Roma que firma los Ph.D., MBA, LLM, MA y MSc. de profesores y alumnos es la misma Roma que invita a simposios, ofrece puestos en World Bank, y continuamente publica la línea de partido (en esencia, lo que se publique en el NYTimes y el Economist). Roma estableció una clase social que no rinde cuentas ni al soberano ni al pueblo, y que había afianzado su poder durante los últimos treinta años bajo el consenso de medios, administración pública, academia y organizaciones sociales. Esta clase social basa su legitimidad en su capacidad de dirigir técnicamente (en contraposición a políticamente) la sociedad, y por ello se le llama tecnocracia.

El problema con el CIDE es el mismo problema que enfrentó AMLO con la burocracia federal. ¿A quién es leal? ¿Al soberano o a Roma? En sexenios pasados, empezando desde Zedillo, los presidentes fueron tan débiles que ni siquiera había conflicto: la línea era establecida entre medios, academia, burocracia y organizaciones de la sociedad civil, mientras que el gobierno en turno hacía lo que podía. Sin embargo, el triunfo total de AMLO puso a cada una de estas instituciones en jaque y llevamos tres años de guerra abierta.

AMLO todavía tiene un poco de tiempo para lograr una victoria, mientras que sus opositores tienen el problema de no poder hallar, tras el sexenio de Peña Nieto, a alguien que cargue esa desprestigiada bandera. Pero más grave aún, está el problema de que no llegan cartas desde Roma. Las redes sociales acabaron con el poder de los medios, la tecnocracia global es cada vez más incompetente (podríamos hablar aquí sobre el COVID), y Trump lanzó a EUA a una especie de guerra civil fría. Roma está en problemas más importantes que lo que pueda pasar en el pequeño México. Roma tuvo un emperador loco y ahora tiene uno senil, y ninguno presta atención a los sacerdotes, que son cada vez más incompetentes, viciosos y zafados de la realidad.

En otro mundo, con personas mejores que las que somos, el CIDE aspiraría a la autonomía intelectual, administrativa y presupuestal que tienen otras instituciones (por ejemplo, la Libre de Derecho). De suceder algo así, tal vez podría dedicarse a hacer ciencia de verdad, incluso sin la injerencia del soberano.

Sin embargo, viendo el comportamiento de la comunidad, no creo que esta aspiración sea factible. El objetivo de la comunidad activista, desde mi perspectiva, es permanecer como legítimos representantes mexicanos del orden liberal internacional, a la espera de que un día llegue una carta desde Roma. Una clase compradora (ver Wikipedia definición de comprador) durmiente.

¿Esto en la práctica es distinto del rústico término “neoliberal”? Creo que no. Si hace cuac, vuela y dejó una caca, probablemente es un pato. Pocos se cuelgan la medalla porque solamente hace referencia a la política económica de los noventa, no a todo lo que ha sucedido desde entonces. Y vaya que la espiral descendente de locura de los últimos treinta años se está acelerando. Voy a mencionar algunos temas, y si es claro que hay un bando que considera que son los temas más importantes a tratar, sabrán a qué me refiero: Cambio climático, libre comercio internacional, libre migración internacional, igualdad de género, estado de derecho, racismo y supremacismo blanco, pobreza y desigualdad. Pero eso es el mundo hace cinco años. Si quieren estar en 2021, tienen que agregarle derechos de transexuales y decolonización.

Los neoliberales somos muy diestros en ocultarnos, dado que no es que seamos ideológicos, sino que es el progreso y la ciencia los que nos llevan a pensar lo que pensamos. Si estás en contra nuestra, no es un tema político, sino es que estás en contra de la ciencia. Creo que el único que ha tenido la inteligencia para identificarnos como el enemigo ha sido AMLO.

Es ese la raíz del problema: un juego de política, lealtad e identidad. Aún cuando sean relativamente inteligentes, los más básicos lo van a ver a nivel de discurso e ideales. Un segundo nivel, lo verá en término de intereses: los profesores que están en la cuerda floja, podrán negociar mejores condiciones de salida o permanencia. Un nivel ya por debajo de la línea de flotación del iceberg verá que este conflicto proviene de una lucha política muy profunda que empezó en 2018 y que aún no termina. A un ritmo acelerado suceden simultáneamente: Instituciones globales colapsando, rebeliones nacionalistas llenando los vacíos, la tecnocracia perdiendo aceleradamente poder, los medios incapaces de formar consensos, que ya no hay dinero para mantener las estructuras viejas, que la gente empieza a dudar de la ciencia (de nuevo, aquí podríamos empezar a hablar del COVID), etc.

Por eso veo el problema en torno al CIDE como una cebolla con muchas capas y cada una ofreciendo gran riqueza.

A los observadores independientes, yo les aconsejaría cautela. Creo que Roma está muriendo. Como una persona que se ahoga, será cada vez más irracional y violenta, y obedecer sus designios es atarse a su destino. Por otra parte, aunque la 4T ha buscado reconstruir la soberanía, aún no queda claro que sean capaces o que lo vayan a lograr de manera virtuosa, por lo que también hay que tener mucho cuidado en tomar este bando.

Tal vez a muchos, lo que nos toca es esperar.

Señora Álvarez-Buylla, por favor tome medidas drásticas, pero sea clemente con mis amigos.

TL,DR: El CIDE fue (o pensaba que era, ja) la joya de la corona, pero por algún extraño motivo pensó que se manda solo. Ahora pagará las consecuencias.