Kurtzianismo

Al momento de pensar mi postura en torno a la administración pública, mis años en la burocracia me han llevado a sucribir una sola postura: el kurzianismo.

Tal concepto sale de una de las mejores películas de toda la historia, Apocalypse Now (1979) de Francis Ford Coppola. Para aquellos demasiado jóvenes como para saber de ella, les recomiendo verla en este momento. Este filme logró ocho nominaciones al Óscar (ganando mejor película y mejor director) y fue una verdadera pesadilla para todos los involucrados en la grabación de esta película. Cabe señalar que esta película está basada en la novela Heart of darkness de Joseph Conrad.

Los temas que se manejan son muchos, pero el principal de ellos es lo lejos que uno puede llegar en la oscuridad del alma humana al alejarse de la civilización y la moralidad. Otro gran tema que es analizado es la total incompatibilidad de los valores estadounidenses con una guerra en medio de la nada. Ya para la gente más loquilla, el asesinato ritual del rey sacerdote al final es un tema de religión comparada de extremo interés.

Sin embargo, como burócrata eternamente fascinado por las organizaciones, la política y el gobierno, Apocalypse Now es importante porque plantea la siguiente pregunta: ¿qué sucedería si realmente quisiéramos lograr el objetivo? Y esta obra de arte nos responde que solamente lo más horrible podría suceder. No es muy esperanzador, pero no deja de ser el tipo de pregunta que uno debería de hacerse constantemente.

Al inicio del viaje hacia la locura, el espectador presencia el poder absoluto del estado. En la famosa escena en la que el persona principal y su equipo reciben el apoyo del 9o regimiento de caballería, se ven los helicópteros bombardeando una pequeña villa vietnamita y recibiendo el apoyo para rociar de napalm toda la zona.

Más adelante, cuando el personaje principal, el capitán Willard, llega al puente Do Lung, el destacamento ahí presente termina en confrontación con el enemigo. Willard pregunta por el oficial al mando, pero descubre que no hay nadie a cargo.

Creo que este par de conjuntos de escenas constituyen la mejor crítica posible a la burocracia, y en particular a la burocracia militar que administró la guerra en Vietnam. Es claro que no era por falta de recursos que la guerra no iba a ninguna parte, sino porque no existía un parámetro de éxito o fracaso y porque no había nadie realmente al mando.

Y eso nos lleva al Coronel Kurz. (De ahí, kurzianismo.)

Altamente condecorado, era un oficial del ejército que peleó en Corea y tuvo una maestría en Harvard. Estaba destinado para los más altos puestos en el Pentágono.

Elaboró un informe para el presidente Lyndon Johnson sobre el fracaso en ese momento en Vietnam, pero fue tan crítico que tuvo que restringirse solamente al círculo más pequeño del poder. Tras esto, a sus 38 años se unió a las fuerzas especiales y terminó dirigiendo una para reclutar locales y luchar contra el Viet Cong y el ejército de Vietnam del Norte.

Tuvo mucho éxito en estas operaciones, capturando un templo y usándolo como base para derrotar a las fuerzas enemigas. Sin embargo, sus métodos se volvieron poco ortodoxos, y cada vez más violentos. No solo derrotaba al enemigo sino sembraba el miedo, y su ejército de locales lo adoraba como a un dios. En un principio, los superiores le dieron la bienvenida a los resultados, hasta que empezaron a recibir fotografías de las atrocidades cometidas.

En especial, los superiores ordenaron en repetidas ocasiones su retorno y renuncia a su mandato tras recibir noticias de que ejecutó a cuatro survietnamitas aliados (tres de ellos coroneles). Tras esta acción, a pesar de que la actividad enemiga en el sector se redujo a cero, enviaron a un boina verde a traerlo de vuelta. Nunca hubieran esperado que éste terminara uniéndose a Kurtz y no regresando.

Finalmente, la burocracia militar decide mandar a otra persona, el capitán Willard, a matarlo. Y es así como inicia la película. Véanla.

Todo este planteamiento del personaje Kurtz me parece fascinante, dado que el mismo sistema que lo creó, lo sentenció a muerte por lograr los objetivos. Sí, de una manera bárbara en contra de lo respetable y probablemente cometiendo varios crímenes contra la humanidad. Pero, ¿no querían ganar la guerra? Tal vez la única forma de lograrlo era poniendo cabezas en estacas. (Spoiler: EUA perdió la guerra de Vietnam.)

Yo que soy un pequeño burócrata de la regulación y la competencia, muy abajo en la cadena alimenticia, tengo estas reflexiones kurzianas y mientras veo cuánto me puede prestar el ISSSTE, me imagino el escenario extremo en el que se termina el efecto dañino de las empresas con poder dominante en tan solo un par de semanas. Luego lo comparo con mi día a día, que consiste en precisamente lo opuesto a lograr algo. Sentarse a hacer nada, definir ese hacer nada como un objetivo y darse una palmadita en la espalda por lograrlo.

Una persona mucho más ambiciosa podría hacerse las mismas preguntas para problemas públicos de mayor dimensión, aunque con el riesgo de realmente convertirse en un verdadero monstruo: Si realmente quisiéramos terminar con la violencia del narcotráfico en México, ¿qué tendría que hacerse?